Evolucionas, ineludiblemente, quizás no tienes conciencia que cada minuto, cada día,
cada semana, cada mes, evolucionas; pero aún así, sin estar consciente,
estás evolucionando.
Cuando lo entendí, tomé más conciencia de este proceso constante y cotidiano, que se nota con el tiempo, y solo es evidente para quien se detiene a contemplarlo.
Para mí ha sido más aprovechable la
experiencia, al tomar conciencia de mi propia evolución, y estoy segura, que desde entonces, he evolucionado mejor y más rápido.
Sin
decidirlo sucede; si lo concientizo, el proceso es mil veces más estupendo; y si decido adaptarme y hacerlo manifiesto, entonces mi Evolución se vuelve apasionante; de lo contrario, se convierte en una lucha de vida, desgastante e infructífera, tratando de permanecer inamovible, mientras mi entorno gira, cambia... evoluciona.
Hoy puedo afirmar con libertad y alegría, ¡Cuánto he
evolucionado! Me sorprendo de mis cambios, muchos son producto de la necesidad de
adaptarme, de subsistir... si, es mi necesidad, y la de todo ser viviente.
Y esa
necesidad de adaptarme me lleva a evolucionar, porque o me adapto o no
subsisto. Adaptarme, es distinto a ceder a los caprichos de otros, el proceso pasa por encontrarme a mí misma y ver que tanto de mí, de mi versión actual, me sigue siendo útil en mi nueva realidad, que
tanto no encaja y necesita ser "movido"; y es allí donde comienzo a evolucionar.
He vivido
experiencias impactantes, fortísimas de cambio, por enumerar de las que he tomado conciencia: mudarme sola desde mi ciudad natal a la capital, casarme con alguien 180° distinto a mi, tener mi 3er hijo, independizarme como profesional por 1ra vez, y la "guinda" de la torta: migrar de mi país
con mi esposo e hijos.
Adaptarme a cada una de estas vivencias inéditas para mí, ha exigido apertura, riesgo, silencio, observación, paciencia, constancia... y así sigo
evolucionando...