miércoles, 16 de diciembre de 2020

Este duelo lo sano con Gratitud.

Saber que mi tía Yoli partió, me sumergió en un momento profundamente doloroso.  

Mi diciembre 2020 comenzaba con "la tía Yoli era..."

ufff, que dolor tan profundo, que llanto tan interminable, que búsqueda de consuelo tan infructífera.

Ella era mi tía política... nooooo, era mi casa materna en Bogotá.  
Eso es lo que mejor la define en mi vida.

Contar con ella era ese calor de hogar al que siempre anhelamos volver, especialmente, los que migramos porque sabemos eso de la nostalgia perenne del migrante

Mi tía Yoli... 
Eras quien llamaba cada domingo para saber ¿cómo están? sin pedir NADA a cambio
Eras la abuela en los actos del colegio, porque aquí los abuelos estaban en otro país.
Eras la que podía hacer entrar en razón a mi Alex cuando yo agotaba mis recursos
Eras donde siempre había un caldo delicioso y caliente en los días grises.
Eras la mamá recibiéndonos en el aeropuerto cuando llegamos a Bogotá
Eras el abrazo esperándonos al llegar a Colombia con el corazón lleno de miedo y expectativas a este país.
Eras nuestro único hogar por 21 días cuando recomenzamos como familia fuera de nuestra patria.
Eras la picardía ingenua, y la malicia jocosa.
Eras la navidad en familia.
Eras el recetario infalible de las tradicionales comidas caseras
Eras la que venía cada 25 de septiembre a casa para amanecer con tu muchacho en su cumpleaños.
Ella es el origen del buen corazón de mi Alex.

Frente a su ataúd solo surgía de mi corazón repetidamente una frase:
 
Gracias Tía.

Gracias Tía por cada gesto de amor genuino que me brindaste.

Desde el día que te conocí en Caracas, ví en ti la sencillez y la sonrisa.

Cuando te ví, fue como ver a un ser transparente que irradiaba bondad.

Tu sencillez era hermosa, auténtica, sin filtros.

Y desde ese instante te dije "Tía".

Recordaré siempre que lloraste al verme probándome el vestido de novia en el taller de costura, y dijiste:  "Se casa mi muchacho."
Ese momento lo atesoro en mi corazón.

Fuiste con nosotros a hacer nuestro 1er mercado de casados, jajaja, Alex y yo como en un parque comprando todo lo que se nos antojaba y tu más atrás metiendo en el carrito las cosas verdaderamente útiles para un hogar!!! ay tía...

Cada vez que íbamos a tu casa no queríamos venirnos, es que es siempre estaba calientica de amor, de paz... jamás escuché una discusión subida de tono en tu casa, jamás!

¡Gracias Tía Yoli por ser hogar para mi, para mis hijos, para muchos!

Agradecer me movió del duelo

Agradecer lo que viví con mi tía Yoli me movió del duelo punzante a la Serenidad.

Cuando moví mi mirada de lugar, y comencé a contemplar que de la tía recibí AMOR, descubrí el privilegio de ser amada por alguien que no era mi familia de sangre, pero con quien compartí tan íntimamente que se convirtió en mi familia, creamos un vínculo auténtico, tan auténtico como la consanguinidad. 

Dejé de mirar lo que ya no tendría más, y comencé a mirar lo que -con abundancia, generosidad y autenticidad- había recibido de ella y lo que le dí desde mi corazón.

Sonreí recordando tantos momentos.

Agradecí haberlos vivido intensamente.

El dolor fue menguando, la serenidad ganó espacio en mi corazón.

Tía Yoli...

¡Que bueno fue llevarte a Cartagena y consentirte tanto cada día de esas 2 semanas de vacaciones en familia! 

Qué bueno fue llamarte cualquier día de mi semana para saber como estabas.

Qué bueno fue llegar a tu casa y quedarme a dormir usando tu pijamas, que yo sacaba de tu 1er cajón con toda confianza.

Qué bueno fue verte en los actos del colegio de mis hijos, y verlos sonreir a ellos porque tu estabas allí dándoles calor de abuela, respaldo de familia, amor calientico de hogar.

Qué bueno fue llevarte a Alejandra el día de su 1ra Comunión, porque tu no pudiste venir, estabas cuidando a nuestra abuela y lloraste por no poder estar con la niña.

Qué bueno fue consentirte y cocinarte algo delicioso y especial, cada vez que venías a casa, porque queríamos que descansaras de tus infinitos quehaceres.

Qué bueno fue pasar cada 24/diciembre desde que estamos en Colombia en tu casa, allí seguiremos.

Qué bueno fue escuchar tus historias de vida, eran tantas, y tan aleccionadoras...

Qué bueno fue aprender a cocinar varios platos que ya forman parte de nuestro menú semanal.

Qué delicioso fue conversar contigo de muchas situaciones de nuestras vidas.

Qué bueno fue reír a carcajadas contigo por las travesuras de tu muchacho, y las ocurrencias de tus nietos.

¿te acuerdas cuando Juan Andrés se escondió en una maleta y te llamaba "Yolanda, Yolanda"....?

ayy Tía Yoli...

La nostalgia no pasa, pero ya la herida no sangra de dolor.

Al contrario, estoy sonriendo de gratitud por lo vivido, por lo recibido, por lo entregado.

Soy bendecida abundantemente.
Soy amada profundamente.
Soy Hija de Dios Creador.

Buen viaje de retorno tía Yoli.
Gracias Tía, gracias.